sábado, 11 de agosto de 2018

JESÚS: EL PAN DE LA HISTORIA


Resultado de imagen para JESUCRISTO PAN DE VIDAEl hombre ha estado históricamente hambriento, no sólo por el hambre fisiológica que ha estado presente en la historia de diversas regiones del mundo, sino que hay que incluir el hambre de saber cuál es el origen de todo, ¿Quién soy? ¿por qué existo? ¿hacia dónde voy?
El Salmista es claro en su cuestión ante Dios: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?” (Sal 8, 4), sin embargo, a pesar de lo diminuto que es el hombre para Dios, y a pesar del destierro que el mismo hombre ha elegido al optar de manera deliberada por el pecado, Dios sigue acordándose del hombre, ha estado y sigue estando presente en su historia, en los grandiosos momentos de su historia, pero también, ha estado presente en ingratos momentos, algunas veces de manera silenciosa, otras veces manifiesta claramente su gloria con hechos inexplicables, pero se ha mantenido presente en la existencia humana.
Dios ha estado presente, desde la creación, donde en su designio amoroso ha querido convocar a su Pueblo, por medio de los Patriarcas y Profetas; desde la encarnación de su Hijo Amado Jesucristo, quien con su Vida proclamó el Reino de Dios y con su Muerte y Resurrección nos ha redimido y hemos nacido como Rebaño suyo, pero también, desde la manifestación gloriosa del Espíritu Santo, con quienes hemos sido impulsados para encontrarnos con Cristo, y también hemos sido impulsados en nuestra Misión de llevar a Cristo a todos los pueblos.
Hoy la Palabra nos recuerda algo muy importante: Jesús, el Pan de Vida Eterna, está presente para saciar el hambre que existe en nuestro mundo, hambre fisiológica, donde no hay cómo comer y vivir, por las pésimas políticas implementadas por quienes tienen el poder político y económico; hambre existencial, donde el hombre se encuentra confundido, ante tantas ideologías que pretenden imponerse por encima de la dignidad humana; hambre moral, donde el hombre se encuentra confundido ante un mar de pensamientos donde el mal es un prestigio y honor, pero el bien es un delito e ingratitud; hambre de ser alguien, donde el valor de la vida ha sido puesto por el suelo. ¿Qué pan saciará tanta hambre? Es el mismo Jesús, quien ofrece y se ofrece como el Pan de Vida Eterna.

El Pan de la Fortaleza ante un largo camino

Resultado de imagen para LARGO CAMINOEn la Primera Lectura, tomada del Primer Libro de los Reyes, nos encontramos con un pasaje de la vida del profeta Elías; un Elías desanimado y fatigado por lo largo que ha sido el camino, pero sin comprender que el camino es más largo y pesado que sus propias fuerzas. ¿Dónde se encuentra Dios en un camino pesado? ¿Dónde está Dios cuando no deseo vivir? ¿Dónde está Dios cuando no le encuentro sentido a tanto caminar? Elías no quería vivir, se sentía desgraciado e indigno, no quería continuar.
Sin embargo, en medio del descanso, el Ángel del Señor le entregó un pan que le dio fortaleza, le animó a seguir el camino hacia el Monte del Señor, y le recordó y le animó con una gran verdad: “Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas” ¿Qué hubiese pasado si Elías se hubiese quedado atascado porque el camino era superior a sus fuerzas? El Pan que Dios le dio a Elías y la bebida que lo refrescó, le animó para caminar cuarenta días y cuarenta noches, hasta llegar al Monte de Dios, su verdadero destino.
En el mundo, muchos son los caminos por los que el hombre transita, muchos son los tropiezos y muchos los momentos en donde nos sentimos indignos de ser felices, incapaces de seguir caminando e indignos de existir. Hoy el Señor nos da un Pan que nos fortalece para seguir caminando, no importa lo largo que sea el camino, pero el destino último del hombre no es estar atascado ni sentirse indigno de existir, el fin último del hombre es ser feliz, y esa felicidad está en Dios, en este Dios que nos ama y está presente en esta historia, en este largo camino, en este Dios que nos da un Pan para seguir caminando, nos da una bebida que nos refresque para seguir andando hacia nuestra felicidad.
¡No temas por lo largo y tedioso que pueda ser el camino! Aunque el camino sea superior a tus fuerzas, Dios te dará el Pan que te fortalecerá para ser feliz, porque los sufrimientos que padeces en estos momentos no son eternos, por mucho que parezcan, tu fin último no es el sufrimiento, sino la felicidad, y ésta se construye por medio del Amor que Dios infunde en ti para seguir.

El Pan de una Cristiandad Auténtica

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En la Segunda Lectura, Pablo anima a los Efesios, y el resumen de todo esto está en una frase, que, aunque parezca simple, contiene lo que significa ser un auténtico cristiano: “Sed imitadores de Dios”. Estamos en un mundo, en donde el pelagianismo, el gnosticismo y el pelagianismo han vuelto a relucir con distintos líderes y diversos ideales, parece que ya no vale la pena ser cristianos, es mejor ir con el mundo, que nos lleve la corriente, no importa que el mundo vaya a un barranco; todo esto resulta erróneo, ¡Es el momento de la cristiandad auténtica!
Nos encontramos en un mundo, amargado y lleno de odio, en donde muchas ideologías pretenden amargar a los cristianos con su ira y resentimiento; es la hora de que el cristianismo auténtico reluzca con la alegría de seguir a Cristo, y esta alegría nos la recuerda Pablo: “Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo”. Ante este mundo enfadado, lleno de insultos y maldades, debemos ser radicales, llevar el Evangelio con nuestro testimonio.
Ser auténticamente cristianos no significa que tenemos prohibida la tristeza en nuestra vida, es algo insólito, pues es una emoción que todos tenemos, el problema es que esa tristeza se convierta en melancolía, es peligroso. Nuestra tristeza se debe convertir en compasión por aquellos que sufren y nuestra rabia se debe convertir en la valentía de denunciar este mundo lleno de maldad, y convertirlo en el mundo donde reine la civilización del amor. El Amor lo cambiará todo. Ante esta hambre que el mundo padece, debemos ser los cristianos, que, con el Pan de la Cristiandad auténtica, alimente al mundo, y lo sacie con el amor de Cristo.

¿Quién es Jesús en el hambre que vivimos?

Resultado de imagen para jESUCRISTOJuan Pablo II, decía que el hambre del hombre y la necesidad de Dios era tan grande, que se convertía en algo físico: «A través de la comida mística de la comunión con Dios, “el alma se aprieta” contra Dios». «No es una casualidad si habla de un abrazo, de un apretón casi físico: Dios y el hombre ya están en plena comunión». Ante el hambre existente en nuestra vida, cabría la pregunta que se hacían en el pasaje evangélico que hoy hemos escuchado, ¿Quién es este que ahora dice que ha bajado del cielo? Pues, en nuestra vida, es bueno preguntarse, ¿Quién es Jesús para mi vida?
Nadie viene a Jesús si el Padre no lo atrae, y precisamente, el Papa Benedicto XVI nos recuerda la razón por la cual nosotros somos cristianos, y precisamente no es por una decisión ideológica o ética, sino por el encuentro con el Gran Acontecimiento de la historia de nuestras vidas, no somos cristianos porque simplemente lo decidimos sino porque nos encontramos con Cristo Jesús. Este encuentro nos hace creer, y esta acción nos permite entrar a la Eterna Felicidad, la “Vida Eterna”. Jesús es el Pan de Vida que nos da la verdadera felicidad.
San Juan Pablo II decía “La presencia eucarística nos recuerda que el Dios de nuestra fe no es un Dios lejano, sino un Dios muy próximo cuyas delicias son estar con los hijos de los hombres. Un padre que nos envía al Hijo para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Un Hijo y hermano nuestro que con su Encarnación se ha hecho verdaderamente Hombre sin dejar de ser Dios, y ha querido quedarse entre nosotros hasta la consumación del mundo”. ¡Él es Jesús! Aquel hombre que, siendo Dios no nos abandona y quiere saciar el hambre del mundo, porque Él es el Pan de Vida Eterna.
No es el aborto, la eutanasia, la ideología de género, el comunismo o el capitalismo, o cualquier Pan disfrazado, el que saciará el hambre del mundo, es Jesucristo mismo quien se ofrece como Alimento. La Carne de Jesús no recuerda que también somos de carne, y Él se encarnó para formar parte de nuestra historia. Ésta es la Carne que alimenta, el Pan que nos sacia, la bebida que nos fortalece. Hoy el mundo sufre una agonía, por tantos ideales que se imponen sobre el hombre, hoy existe otro tipo de esclavitud, y muchos tipos de hambre. Somos nosotros los cristianos, quienes debemos dar a conocer a Jesús como el verdadero alimento que nos saciará. Hoy, en el hambre espiritual que estás padeciendo, a pesar de que sientas que ya no puedes más, Jesús viene para decirte “el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”.

miércoles, 14 de febrero de 2018

CUARESMA: LA LOCURA DE QUIENES VUELVEN A DIOS

Resultado de imagen para CUARESMAUno de los tiempos de más reflexión dentro de la Iglesia es la Cuaresma, la cual, inicia con un signo de profundo significado, aunque parezca irrelevante, y precisamente es la imposición de cenizas, en donde nos reconocemos frágiles como una taza de barro, y recordamos que del polvo venimos y al polvo volveremos; en un significado más espiritual, cabrían las palabras “de Dios venimos y a Dios volveremos”, Él fue quien nos hizo, a Él le pertenecemos.
La cuaresma es un período en el que el cristiano tiene un arduo combate espiritual, y de esta manera, prepararnos para una gran fiesta, la Pascua de nuestro Señor Jesucristo, el paso de la muerte a la vida. Para comprender el valor de la fiesta más grande de la Iglesia, la cual es el centro de nuestra fe, es necesaria una preparación a través del ayuno, la oración y la abstinencia, pero lo más importante es la disposición a que Jesús restaure nuestras vidas, lo que hace de la cuaresma, no sólo un tiempo de conversión, sino también de restauración.

1. La Cuaresma no es un invento nuevo

Imagen relacionadaA mediados del siglo II d. C., la Iglesia comienza a celebrar el Misterio Pascual de Jesucristo (Pasión, Muerte y Resurrección), sin embargo, a medida en que celebraban esta fiesta cada año, se dieron cuenta de la necesidad de una preparación espiritual para la celebración de este misterio, naciendo así un espíritu de ayuno y oración los días viernes y sábado antes del Domingo de Pascua.
En otros lugares, esta práctica piadosa duraba una semana, precisamente la semana previa al Domingo Pascual, pero es en el siglo IV en donde viene a tener una estructura de cuarenta días, influenciados por las exigencias del catecumenado, que sostenían una preparación ardua a quienes iban a recibir los Sacramentos de Iniciación y de Reconciliación que duraba seis semanas, tiempo al que llamaron quadragesima, mejor conocido como cuaresma.
El ayuno cuaresmal causó algunas reservas con respecto a la celebración Eucarística, debido a que rompía el ayuno; a medida en que pasaban los años, fueron flexibilizando dicha situación hasta crear un formulario propio para la Eucaristía en el tiempo cuaresmal. En el siglo V, para compensar los Domingos en los que se rompía el ayuno, quisieron vivir un intenso período de penitencia, los días miércoles y viernes antes del primer Domingo de cuaresma. Los miércoles antes de dicho Domingo, los que iban a recibir el sacramento de la reconciliación, ingresaban a la Iglesia con la Imposición de cenizas; esta tradición desapareció, pero se instituyó en la Iglesia la imposición de cenizas para todos los fieles, naciendo así el miércoles de ceniza.

2. ¿Por qué 40 días?

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El número 40 contiene un profundo significado dentro de las Sagradas Escrituras y la Historia de la Salvación. Fueron cuarenta los días en los que se purificó la tierra luego de la maldad de los hombres de aquél tiempo; fueron cuarenta los días de Moisés y Elías previos a su encuentro con Dios, cuarenta fueron los días empleados por Jonás, para alcanzar el arrepentimiento de Nínive y fueron cuarenta los días en los que Jesús estuvo en el desierto, preparándose con el ayuno y la oración para su ministerio público, entre otros sucesos en donde sale a relucir este importante número.
Sin embargo, más allá de la cantidad de días o semanas de penitencia, este tiempo consiste en cuarenta oportunidades para volver a Dios y comenzar de nuevo, es un tiempo de gracia, en donde Dios revela su misericordia y el hombre se entrega a él. En esta vida, la preparación a diversas cosas es muy importante, y es fatal vivir diversos acontecimientos sin una preparación; es imposible vivir la alegría de la Pascua sin pasar antes por una conversión radical, en donde se asuma el árbol de la Cruz como bandera de nuestra vida, pues, sin Pasión no hay gloria.
Más allá de ver lo tedioso que son estos cuarenta días, veámoslo con ojos de agradecimiento, es Dios quien viene a nuestro encuentro a acompañarnos en el desierto, en donde el mismo Jesús estuvo a prueba; es Dios quien viene a restaurarnos, a hacernos de nuevo; estos cuarenta días son para darle una apertura a nuestro corazón, y dejar que Dios haga su obra.

3. Misericordia quiero, no sacrificios

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Es común que nuestras prácticas piadosas dentro de la cuaresma sean vistas como algo extraño, sin sentido, de poco valor, en resumen, una locura, ¡hasta aburrido y triste se vuelve este tiempo! Desde las canciones hasta el decoro de la Iglesia. Pero ¿es esa nuestra concepción de ser cristianos? ¿Somos cristianos sólo de triduo pascual? ¿Somos cristianos que queremos resucitar sin pasar por la cruz?
Los sacrificios se vuelven tediosos si no vivimos su verdadero sentido, es inútil hacer un ayuno sin compartir nuestro pan, es inútil realizar tantos sacrificios, sin pensar en las necesidades de mis hermanos. En la cuaresma, la misericordia tiene que relucir, no se trata sólo de una simple comprensión a los problemas de los demás, sino que se trata de asumirlos y encarnarlos en nuestra realidad, desde las realidades económicas o sociales hasta las realidades humanas.
El sentido de nuestras prácticas piadosas, es encarnar el dolor humano que tuvo Cristo en su Pasión y Muerte, pero también es vivir el Amor Divino por el cual Cristo quiso entregarse por nosotros. Las prácticas piadosas, más allá de lo tediosas que se puedan volver, así como los cantos con un mensaje monótono y triste, nos deben llevar a reflexionar; todo esto es acompañar a Jesucristo en el desierto, en el camino de la cruz y en el calvario; sería injusto dejar solo a aquél, que en medio de nuestros desiertos, calvarios y cruces, nunca nos ha dejado solos.
De nada sirven los sacrificios, si dejamos entrar en nuestro corazón tantas cosas vanas y sin sentido, que no nos traen felicidad, sino que, aunque conllevan a placeres, la tristeza abunda en nuestras vidas. Sería bueno leer el mensaje del Papa Francisco este año, claro nos recuerda las consecuencias del ingreso de la maldad a nuestras vidas, apaga el amor; no tiene sentido un sacrificio sin amor, porque el sacrificio de la cruz se ha convertido, desde un sacrificio doloroso a un sacrificio amoroso.
Hermanos, vivamos la cuaresma, a pesar de que sea una locura, pues la vida de Jesús fue una locura absoluta para los hombres; lamentablemente para la sociedad, las obras de bondad siempre causan molestias y son catalogadas como locura, pero es la hora de aumentar dichas locuras. Si la cruz y el amor fuesen locura, sería más cuerda dicha locura que la cordura de quienes son sensatos. Morir para el mundo es una locura, pero vivir en Cristo y para Cristo es una felicidad plena. Que nuestra vida sea una eterna cuaresma: una preparación intensa para vivir la Pascua Eterna en el Reino Celestial con nuestro Señor Jesucristo.